Bodegas Fernández Llamazares, S.L.

Fundada en 1995

Julio César Fernández se proponía en 1995 relanzar la bodega herencia de la familia que había sido fundada en 1870. Los primeros años de la década de los ochenta no dejaron buenos recuerdos para los vinicultores en esta localidad leonesa de Pajares de los Oteros, de enorme tradición vinícola. En el caso de esta bodega se cernía incluso la posibilidad de echar el cierre.

Fueron años complicados en los que vagaban arrastrados por la inercia. Pero en 1995, los Fernández Llamazares notan un cambio en el mercado y deciden subirse al carro del nuevo concepto de vino que empieza a presentirse. Deciden apostar y lo hacen a lo grande, con una fuerte inversión en la modernización de las instalaciones sin renunciar al carácter propio de la elaboración de vinos de esta comarca que define su paisaje por las bodegas subterráneas. Así, aplicando vanguardia a la tradición empiezan a elaborar caldos cuidados apostando por la variedad autóctona, la prieto picudo, que en el año 2007 quedaría amparada por la denominación de origen Tierra de León.

Sería esta bodega pionera en el territorio en las labores de embotellado y etiquetado de sus vinos. Además, incorporaron en esta zona la filosofía que empezaba a despuntar: caldos más selectos a precios más altos. «Fue una apuesta clara por el prieto picudo durante muchos años», señala Julio César Fernández, gerente de la empresa, que a día de hoy concibe un panorama muy distinto al de sus inicios, y se refiere a la saturación en este mercado por lo que, en su caso, han decidido reconducir el negocio y realizan una producción muy limitada manteniendo esa apuesta por la calidad con la que se embarcaban en el proyecto.

En todos estos años ha cambiado el mercado y su situación. Julio César Fernández atiende a la par otro negocio y las exigencias de la bodega son a veces muy altas. Pero reconoce que en esta cueva está la historia de su familia, el legado de sus antepasados y, por qué no, que «el mundo del vino atrapa, engancha».

El nombre con el que esta bodega comercializa sus vinos remite al municipio en el que crecen las viñas de las que son exprimidos y la cueva en la que adquieren cuerpo. Pajares, una localidad que vive tanto bajo suelo como sobre él, colmada de laberintos subterráneos y chimeneas que sobresalen de la tierra.

PAJARES, SENDA DEL BURRO.

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