Vinos con Madera

A lo largo de la historia, se han utilizado diferentes tipos de maderas en la fabricación de barricas, como roble, pino, abeto, castaño, cerezo, fresno, etc.

 

Sin embargo, es la madera de roble la que por las características particulares que posee, de cesión adecuada de componentes tánicos y aromas que enriquecen muchísimo los vinos, tales como vainilla, tostado, caramelo o café, junto al aporte exacto de oxígeno que se filtra a través de sus poros (fase oxidativa), se ha convertido en el material "noble" por excelencia para la construcción de las barricas.

 

Dos regiones en el mundo por sus condiciones climatológicas particulares, poseen las variedades de roble mas adecuadas para la crianza:

 

• Roble Francés (Quercus Petrasa) -  Dentro de Francia existen dos zonas determinadas, la parte central donde crece el Quercus Petrasa (Sessilis) en suelos pobres donde los arboles crecen altos y delgados resultando la madera poco porosa y de grano fino, aunque algo más porosa que el roble americano. Por otro lado en Limousin el Quercus Robur (Pedunculata) crece en tierras mucho más ricas resultando árboles de troncos gruesos y tamaño más corto, con madera mucho más porosa y de grano ancho. Esta estructura permite la extracción de taninos y los intercambios gaseosos con el exterior. El roble Francés aporta más sabores a clavo y aromas a caramelo, vainilla y almendra tostada; además de poseer al menos 7 veces mayor intercambio de oxígeno que el americano y tanino extraíble. Este tipo de roble es mucho más blando en ciertas partes que el roble americano, por lo que se desperdicia mucha más madera, obteniendo unas 6 barricas por cada metro cúbico de madera.

 

• Roble Blanco Americano (Quercus Alba) - La madera de roble americano, es la más dura de las empleadas para la elaboración de barricas, lo que la convierte en practicamente impermeable. Se desperdicia muy poca madera, consiguiendo elaborar una media de 10 barricas por cada metro cúbico de madera. Los poros de la madera de roble americano tienen un tamaño considerablemente mayor a los de roble francés. Por este motivo, las propiedades de la madera son transmitidas al vino con mucha más rapidez y brusquedad. Se caracteriza por ceder pocos taninos por lo que los vinos conservados en este no ganan astrigencia si no toques más avainillados, lácticos y a frutas como el coco. Este tipo de barrica es  ampliamente usado en el mundo, no solo para la guarda de vinos sino también para la industria del Whisky.

 

 

El roble francés es sinónimo de elegancia en los vinos, por lo que normalmente es empleado para la crianza de los mejores vinos de cada bodega. Así mientras que las barricas de roble americanas tienen un valor aproximado de 250 euros, las de roble francesas valen casi el triple; siendo su uso más deseado en vinos a los cuales se les desea aportar un mayo sabor tánico y un mayor tiempo de guarda.

 

Es importante destacar que las cualidades genéricas explicadas anteriormente, se pueden ver alteradas en función de aspectos tales como la intensidad de tostado al que han sido sometidas las maderas o la antigüedad de la barrica.

 

Despues de todo esto, la próxima vez que leáis en una etiqueta Vino Reserva, Gran Reserva, Crianza, o Paso por Barrica, sabréis que no es tan sólo un capricho del productor ni un tema de marketing, sino que hay toda una labor de muchos profesionales desde la fabricación de la barrica hasta los matices de sabores que el enólogo decidió incorporar en su producto final.