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Usuario Administrador: LEDV
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El tamaño ... de la botella de vino ... si importa

Existen diversas teorías acerca de la estandarización de la botella de vino en 75 cl, una de ellas atribuye este tamaño a la capacidad pulmonar de un hombre. Antiguamente, cuando la fabricación de vidrio era un proceso manual, la medida máxima que podían conseguir los artesanos al soplar de una sola vez era de aproximadamente 75 cl.

Tambien hay otras fuentes que dicen que en la antigüedad, una familia consumía una botella de 75 cl. por comida. Hoy en día, las botellas estándar de algo menos de un litro se nos han quedado grandes de modo que abrimos una botella para comer y la arrastramos durante unos cuantos días. Consecuentemente muchos inventores se han enriquecido ideando todo tipo de artilugios para conservar este preciado líquido y evitar que se oxide y, por tanto, se estropee con el aire que resta en la botella, llegando algunos de ellos a ser muy efectivos.El mismo problema nos pasa cuando salimos a comer a un restaurante y nos sobra vino, cosa habitual en una cena romántica de pareja.Con el inconveniente añadido de que aquí, bebes la mitad de la botella y la pagas entera. Aunque a grandes problemas, grandes remedios y afortunadamente, existe un movimiento a favor de instaurar la sana costumbre de llevarte la botella a casa. Desde luego, tiene su lógica: cuestan lo mismo los primeros 30 cl. que los últimos así que ¿por qué los vamos a despreciar?

También se le atribuye este tamaño a patrones de calidad que indicaban que un vino envasado en una botella de litro era de baja calidad, mientras que el vino entre 700 y 800 ml era de buena calidad.

Como véis son tantas las teorías de la estandarización del tamaño de la botella de vino que ¿alguien sabe la realidad, o todas ellas tienen su parte de verdad?.



Sin embargo, nuevos usos y costumbres han hecho aumentar la gama de formatos. Las botellas más conocidas, por la mayoría de las personas, son las que habitualmente se comercializan en los establecimientos de venta y en los restaurantes, la media botella y la botella, pero hay unos cuantos tamaños más.

  • Octavo: 9,4 cl
  • Benjamín: 18,75 cl
  • Media botella: 37,5 cl
  • Medium: 60 cl
  • Botella estándar: 75 cl
  • Mágnum: 1,5 l
  • Jeroboam: 3 l
  • Rehoboam: 4,5 l
  • Matusalén: 6 l
  • Salmanazar: 9 l
  • Baltasar: 12 l
  • Nabucodonosor: 15 l
  • Salomón: 18 l
  • Sovereign: 25 l
  • Primat: 27 l
  • Melchizedec: 30 l

Foto extraída de www.haztucesta.com

Las botellas de 37,5 cl. y 50 cl. proliferan en la hostelería(autoservicios, minibares de hoteles, aviones). La primera es la más adecuada para comensales solitarios y parejas poco proclives a los excesos.Al ser tan pequeño el recipiente, el inconveniente es que el vino evoluciona rápidamente (esta es la razón por la que los grandes vinos siempre se encuentran en botellas grandes): menos de 9 meses desde la fecha de embotellado para un vino blanco y algo más si se trata de un tinto. Menos problemas le dará el formato de 50 cl, con este tamaño el vino se conserva mejor aunque por supuesto la evolución sigue siendo más rápida que en el formato estándar de 75 cl. Aunque es una buena solución cuando en una comida los bebedores son una pareja.

Los primeros en usar la botella de 50 cl. y descubrir sus posibilidades fueron los champagnes, con los famosos benjamines, y los vinos dulces, sobre todo los de elevado precio. Poca salida hubieran tenido los vinos dulces si tuvieramos que pedir una botella entera de 75 cl para el postre después de haber disfrutado ya de toda una comida regada con vino de calidad. Y algo similar ocurre con el champagne, muy apreciados por nuestros vecinos franceses para el aperitivo. Este es un vino imposible de conservar una vez abierto, ni tan siquiera nos dura de la comida a la cena.

Las botellas de mayor tamaño han evolucionado tanto que los vinos llegan a ser mejores en muchos casos que los de la gama estándar, y aguantan su calidad más en el tiempo. Los grandes tamaños favorecen un envejecimiento del vino más progresivo y armonioso ya que al tener más capacidad el vino éste evoluciona de forma uniforme, con lo que además puede conservarse durante más tiempo. También soportan mejor los cambios bruscos de temperatura al contener menos superficie de contacto con el grueso del líquido, y el vino en definitiva está más protegido. Además, contienen menos oxígeno en relación con el líquido (la proporción es evidente) y se potencian las virtudes aromáticas y gustativas.

Los vinos crianza, reserva y gran reserva obtienen sus mejores calificaciones en estos formatos, pero sobre todos ellos los espumosos, que alcanzan una calidad redonda. Terminan diciendo que este tipo de formato es ideal para los que poseen bodega.

Las bondades de un Mágnum pueden también trasladarse a otras botellas de mayor capacidad, aunque lo cierto es que pocos, muy pocos productores optan por comercializarlas. Algunas se atreven como el Doble Mágnum de 3 litros y son ya muy escasas las que apuestan por el Rehoboam de 4,5 litros o el Matusalén, de 6 litros.Aunque a nivel de calidad es difícil dudar de sus atributos, lo cierto es que algunas iniciativas en este sentido han sobrepasado, y de largo, los formatos tradicionales. Es el caso del reciente lanzamiento del Château Cheval Blanc en formato Salomón (18 litros), el equivalente a 12 botellas de tamaño normal, y que alcanzó un precio de subasta de unos 5.500 euros. Estos formatos, que tradicionalmente han sido más utilizados para el champagne, parece que empiezan a encontrar su hueco en el mercado del vino.

Imágenes

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