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La Casita del Viñador

Fundada en 2005

Los Arribes del Duero continúan siendo un lugar que cautiva. Sus dos últimas víctimas, dos jóvenes residentes en Inglaterra que abandonaron todo para recalar en este bellísimo espacio natural, donde uno de ellos había pasado su infancia y donde mantenía en la retina el recuerdo de viejos viñedos situados en un paraje único. La bodega nació con cuatro hectáreas de viñedo abandonado y se alimenta de viejos viñedos de variedades autóctonas y exclusivas de esta comarca que utilizan para vinificar sus dos vinos: Donaloba y Areales. Un sueño hecho realidad.
La Casita del Viñador es un nombre romántico para una empresa capaz de superar mil y una adversidades. El alma de la bodega es Chus Bartolomé, un biólogo que fue durante seis años cocinero y que trabajaba en un laboratorio farmacéutico de Cambridge y que un día se dio cuenta que no quería pasarse el resto de su vida entre cuatro paredes. Fue entonces cuando descubrió que la Universidad de Brighton impartía Viticultura y Enología. Allí conoció a Jon Dowson, un informático experto en telecomunicaciones que había trabajado para Heineken, entre otras muchas empresas.

Chus y Jon son el alma de una bodega que tiene muchos más socios. Los ahorros de estos dos emprendedores se acabó como consecuencia de los constantes problemas que han tenido que sortear. Entonces, decidieron explicar a sus amigos el proyecto por mail y los invitaron a invertir con el fin de conseguir la liquidez que les hacía falta. Así, doce amigos se convirtieron en socios e hicieron posible que las Arribes hayan dado un salto de calidad.